domingo, 13 de junio de 2010


RETOS A NUESTRA MISIÓN II – TESTIMONIUM VERITATIS Nº 9. FRAY TIMOTHY RADCLIFFE. O.P. Y OTROS


Objetivo.

Invitar a todos los cristianos comprometidos con la evangelización, miembros del pueblo de Dios a un encuentro personal y comunitario con el anuncio del mensaje de la Buena Nueva: Jesucristo. Y de esta manera acrecentar el compromiso misionero, la solidaridad con los demás más necesitados.

PALABRAS CLAVE.

Misión de fronteras. Se refiere a la labor evangelizadora, que consiste en llevar el mensaje de Jesucristo a aquellos ámbitos donde este mensaje es desconocido. Estas son algunas de la fronteras que propone timothy radcleffe: frontera entre la vida y la muerte; frontera entre la humanidad y la inhumanidad; frontera cristiana; frontera de la experiencia religiosa; frontera de la Iglesia.

Quiromancia. Etimológicamente, el significado de la palabra quiromancia tiene origen griego; khéir = mano y mantéia = adivinación. Entonces la palabra quiromancia significa Adivinación a través de la lectura de las líneas de la mano.

Epifanía. La Epifanía (por etimología del griego: επιφάνεια que significa: "manifestación; un fenómeno milagroso

Itinerancia. La palabra iter – itineris del griego hodos, significa: camino, viaje, marcha, jornada.

Ciudadanos del Reino. Es estar preparado, estar estirado, extendido, empujado siempre hacia la vida eterna que predica Jesucristo .

Conversión. Significa volver atrás, devolver o retornar. La conversión es el volverse un pecador hacia Dios (Hechos 15:3). En un sentido general se dice que los paganos se "convierten" cuando abandonan el paganismo y abrazan la fe cristiana, y en un sentido más especial, el hombre se convierte cuando, por la influencia de la gracia divina en sus almas, su vida entera cambia, las cosas antiguas pasan y todo se convierte en nuevo (Hechos 26:18).



LA MISIÓN DE FRONTERAS
Actas del Capítulo General de Definidores, de la Orden de Predicadores Celebrado en Ávila – 1986 Números 22 – 44.


La misión de la Orden, misión sin fronteras.
La Iglesia está en medio de los pueblos para evangelizar. Así continúa y actualiza la misión de Cristo. Es responsabilidad de toda la familia dominicana actualizar aquel proyecto y activar la misión específica de la Orden en medio

La frontera entre la vida y la muerte.
Cuestiones urgentes para el hombre contemporáneo son la justicia y la paz. Por eso, categorías de marginados son destinatarios preferibles de la misión dominicana. Su situación de marginalidad es un reto prioritario para nuestra reflexión, evangelización y práctica solidaria, las situaciones de inhumanidad son signo manifestado de la ausencia del Reino de Dios.

Frontera cristiana.

Las tradiciones religiosas universales comparten con el cristianismo la experiencia de Dios. El diálogo con las religiones universales debe ser a la vez analítico y autocrítico: analítico desde la experiencia del Dios de Jesús, un Dios abierto a la universalidad; autocrítico, para discernir las adherencias culturales que han desfigurado al Dios de Jesús a lo largo de la historia del cristianismo.

La frontera de la Iglesia.
Los retos planteados a la misión dominicana llegan desde las fronteras señaladas, que constituyen otras tantas prioridades de nuestra misión. Para descubrir esos retos, es preciso atender a los signos de los tiempos, que son verdadero lugar teológico.

Formación para la misión de fronteras
La misión de la Orden, una misión de fronteras, exige una cierta formación de nuestros hermanos y hermanas, para que podamos actuar con más seguridad en la realización de la misma.
¿Hemos asumido suficientemente este espíritu de movilidad e itinerancia?. 4. Nuestra misión de fronteras exige de nosotros una intensificación del espíritu profético. Este nos proporciona la confianza de que nuestra misión de fronteras capta el momento de Dios en la historia. ¿Vemos nuestra misión como una tarea comunitaria?. Hemos señalado algunas actitudes esenciales a nuestra misión de fronteras. Naturalmente, estas actitudes tienen sus raíces en los elementos esenciales de la vida dominicana: la vida común, la vida de oración contemplativa, el estudio asiduo, una comunidad fraterna, la consagración por los votos.

LIBRES PARA LA MISIÓN.

Nuestra Orden, como toda la Iglesia, está al servicio del Evangelio. Y el Evangelio es para el mundo. Por esto, nosotros, como discípulos de Jesús y misioneros, queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo.

Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas.

Es pues, tiempo de partir, de salir. Pues entrar en una cultura, recibir la profecía del otro, es salir de su casa y de sí mismo. Ser dominico es estar en movimiento y no en la estabilidad, o mejor, somos una orden orientada al movimiento, es decir, ir a otras tierras, hacia otros sectores de nuestro mundo que no están ya accesibles a nosotros. Ahora bien ¿A dónde llevar la palabra?

¿Pero en qué consiste la libertad para la misión? Se habla con frecuencia del diálogo interreligioso, algunos de los frailes se encuentran decididamente comprometidos en él, y es una verdadera tarea de al misión de hoy. La experiencia demuestra que este diálogo es un encuentro entre creyentes antes de serlo entre religiones; entre sujetos y no entre sistemas. Pero este diálogo no puede reducirse a ese campo. Hay que entablarlo con todo hombre que es diferente a nosotros, incluso si no compartimos el suelo común de una pertenencia religiosa.
Antes que nada, si vivimos lo que predicamos, si nuestra vida es en verdad un compartir con los demás y un servicio al Evangelio que nos lanza a los caminos más allá de las fronteras, entonces, felizmente, nos habrá invadido el gusto por misión evangélica


MISION EN UN MUNDO DESBOCADO: FUTUROS CIUDADANOS DEL REINO

Fr Timothy Radcliffe, OP

Se me ha pedido reflexionar sobre una espiritualidad de misión para nuestro mundo globalizado. Es para este mundo huidizo que debemos descubrir una visión y una espiritualidad de misión.

Presencia
Un misionero es alguien enviado. Pero ¿a quiénes son enviados los misioneros en nuestro mundo huidizo? Cuando era un estudiante de escuela con los benedictinos, vinieron misioneros a visitarnos de lugares muy alejados, como el África o el Amazonas. Pero hoy muy pocos misioneros son de esos países.

Como inicio de una respuesta, sugeriría que en este nuevo mundo, los misioneros son enviados a aquellos que son otros, que están distantes de nosotros ya sea por su cultura, su fe o su historia. Ellos son extraños a pesar de que puedan ser nuestros vecinos. El misionero es enviado a estar en esos lugares. Por tanto, ser enviado implica un morir a aquel que uno era. Quienes somos ahora es ser futuros ciudadanos del mundo. Sino que estoy sugiriendo que la misión implica fidelidad. Se performa como una vida vivida a través de la historia, la condición de una vida que apunta al Reino. Pero nuestra fe anhela tomar una forma visible, ser vista. Este destino final es vislumbrado en la belleza del rostro de Dios. Su vida está penetrada por una carencia, una pobreza, que sólo puede ser llenada por Dios. El Cardenal Suhard escribió que ser misionero “no consiste en ocuparse en propaganda ni siquiera en conmover a la gente, sino en ser un misterio viviente. Esto significa vivir de tal modo que si Dios no existiese, la vida de uno no tendría sentido”. Vemos la belleza de Dios en Francisco, porque su vida no tendría sentido si Dios no fuera.

Éste es nuestro reto en la aldea global, mostrar la belleza del pobre y desvalido Dios. Es suficiente vivir la vida así, en el presente -sin una meta”. Nos ofrece la oportunidad de ser espectadores, que miremos el mundo sin ninguna obligación. Estamos satisfechos con ser entretenidos, con escapar por un rato. Nuestras celebraciones no son un escape sino una degustación del futuro. El momento genético es transformación, novedad, creatividad, en la que Dios irrumpe en nuestras vidas. 21, 5)”!

De este modo, el reto para nuestra misión es cómo hacer visible a Dios a través de gestos de libertad, liberación, transformación, pequeños “happening” que son signos del final. Necesitamos pequeñas irrupciones de la libertad incontenible de Dios y su victoria sobre la muerte.

Proclamación
Nosotros hemos ido avanzando de una misión como presencia a una misión como epifanía. Nuestro evangelio debe convertirse en palabra. Los misioneros que enseñan son sospechosos de adoctrinamiento, de imperialismo cultural, de arrogancia. Vivimos en Disneylandia, en donde la verdad puede ser reinventada según queramos. Cualquier espiritualidad para la misión debe incluir una pasión por la verdad.

Santo Tomás dice que el objeto de fe no son las palabras que hablamos, sino el Dios a quien no podemos ver ni conocer. Puede ser una fructuosa tensión en el corazón de nuestra proclamación del misterio. Sólo si aprendemos a permanecer en el silencio de Dios podremos descubrir las palabras correctas, palabras que no sean ni arrogantes ni vacías, palabras que son a la vez verdaderas y humildes. Nuestro mundo huidizo está fuera de control. Estamos penetrados por un anhelo de Dios, cuya belleza puede vislumbrarse en nuestra pobreza. Ser un futuro ciudadano del Reino es estar dinámica, radiante y alegremente incompletos.

Nosotros tendemos a Dios en nuestro vecino, Dios que es el completamente otro, así como descubrir a Dios en el centro de nuestro ser, Dios como el más íntimo. Dios es el absolutamente otro y el absolutamente íntimo. Londres 1999 [Un mundo huidizo. Cómo la globalización está cambiando nuestras vidas].
3 Sobre las dos primeras etapas de misión, cf. 4 [Arte y la belleza de Dios: una comprensión cristiana].

CAMINEMOS CON ALEGRÍA…
PINCELADAS SOBRE LA ITINERANCIA DOMINICANA
Fr Timothy Radcliffe, OP


la comunidad cristiana (el nuevo Pueblo de Dios) será llamada ´el Camino´ (cf Hch 9,2; 18,25; 19,9.23; 22,4; 24,14.22), lo cual destaca la idea de camino o de itinerancia.

Es claro, pues, que en la mentalidad bíblica toda la vida del creyente, su relación con Dios, está polarizada por la idea de la marcha, del camino, de la itinerancia.

Desplazamiento espacial

El camino de Dios (hodos) se define como una partida, una salida, un éxodo. La itinerancia está tomada aquí en su acepción geográfica, física. Y hay que señalar que el desplazamiento espacial indica siempre una misión.

De hecho todo el libro del Éxodo se presenta como una itinerancia vivida como obediencia a Dios.

En efecto, el profeta es tomado por Dios en la situación en que se encuentra para cumplir una misión. La misión no se cumple sin riesgo, como sucede con Elías, prototipo de profeta: tiene que huir de su país para asegurar el éxito futuro de su misión (1R 17,3.9), regresar para enfrentar al rey Ajab, para darle el mensaje dictado por Dios (1R 18,1; 21,18-19) y abandonar el lugar de su encuentro con Dios para continuar su misión (1R 19,15-16).

Itinerancia como conversión
A la itinerancia geográfica-espacial va ligada la itinerancia espiritual, que aparece como el lugar de una conversión, entendida como ´metanoia´ (cambio radical de espíritu, de mentalidad). En esta perspectiva es como se entiende todo el cambio que se obra en la vida del profeta que recibe una misión específica de Dios. El llamado de Dios se apodera de él y afecta profundamente su estado social, su modo de vida, al mismo tiempo que le pide cumplir una misión que incluye un desplazamiento, una itinerancia (cf Os 1,2; Jon 1,2; 3,2). El seguimiento de Cristo (itinerancia geográfica) está así condicionada por la renuncia radical, como lugar de conversión (itinerancia espiritual). Tanto el inmovilismo como la exagerada movilidad son evasiones con relación a la misión.


ITINERANCIA. VIDA CONTEMPLATIVA.
Itinerancia o permanencia.

La itinerancia de Jesús no admite ninguna duda, y no hay duda de que vivió una vida activa, pero tampoco hay duda de su oración solitaria y silenciosa: la clave de una vida contemplativa es “la interpretación del tiempo presente”, la atención a la voluntad del Padre, la decisión de no pautar la vida más que sobre lo que Dios pide aquí y ahora, “de amar al Señor vuestro Dios, seguir siempre sus caminos, observar sus mandamientos, apegarse a él y servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma” .

Itinerancia. Contemplación.
La itinerancia es manifiesta en nuestra larga vida de estudio y en la observancia externa de la oración, del silencio y de una vida común que debería ser regocijante.
La itinerancia no debiera significar una dispersión del espíritu. La primera etapa de la formación intelectual es un momento en que el espíritu debe ser alimentado. Tenemos necesidad de tiempo para estudiar, de tiempo para una construcción contemplativa del mundo. A pesar de todo, la capacidad de discernir la verdad debe ser desarrollada.

Siguiendo la tradición teológica clásica, la fe es un don de Dios que hace salir al espíritu de su concha y lo lleva hacia Dios. Una itinerancia espiritual implicará que el espíritu se extienda hasta la verdad revelada. Somos llamados a escudriñar nuestra vida tomando la fe como criterio supremo. El coraje de la itinerancia intelectual hace posible la itinerancia a nivel espiritual.

La liberación de la itinerancia espiritual

En su peregrinación de la fe el espíritu necesita ser libre de toda atadura. La motivación de nuestro trabajo tiene necesidad de ser purificada. No son sólo los malos hábitos los que necesitan ser purificados; también las buenas intenciones, para asegurarnos de que ellas van hacia Dios. Depender de Dios, tener espíritu de itinerancia, exige una gran pobreza espiritual.

La profesión religiosa, por la cual consagramos nuestro porvenir a Dios, confirma el precio de la itinerancia. Aceptar al desconocido, recibido en la fe, como regla de vida permanente, refuerza nuestro apego a Dios y sólo a Dios. Ahí es donde nace la verdadera fecundidad de la vida y de la misión.

Esperar es aceptar el misterio que se despliega en nuestra vida. La virtud teologal de la esperanza, puesto que está centrada en Dios, le permite a nuestra voluntad aceptar el camino que Dios nos ha trazado

La purificación de la esperanza ayuda a centrar la atención sobre Dios. La itinerancia dominicana tiene necesidad de esa libertad. Pero si no llegan a abrirse al misterio de Dios rechazarán las nuevas misiones que les serán propuestas. Cuando una provincia abre una misión debe asumir la responsabilidad de los hermanos enviados al extranjero. Las personas enviadas en misión deben saber que son enviadas, no relegadas a un rincón o rechazadas.

ITINERANCIA Y MISIÓN
La itinerancia es el corolario necesario de la misión. Este vínculo ontológico se enraíza en nuestra historia y especialmente en la vida de santo Domingo, puesto que él descubrió su misión cuando andaba “de camino” y envió a sus frailes, incluidos los novicios, a vivir “en camino”. Ávila, en 1986, en el mismo país de santo Domingo, “hombre de frontera” excepcional, afirmó que la “misión específica” de la Orden es “la evangelización en las fronteras”. Y enumera esas fronteras en las que debemos vivir nuestra misión . Caleruega (1995) nos llama a ser “fieles a la itinerancia” .

La reflexión que sigue es una contribución para animar precisamente a este espíritu de itinerancia “de corazón, de espíritu y de misión”.

Sin embargo hemos sido llamados a ser predicadores, a ser profetas. Ser profeta no significa conocer o adivinar el futuro, tenerlo claro, ofrecer seguridades. Los profetas no son llamados a leer el futuro en las manos como expertos en “quiromancia”.

También son numerosos los laicos que se ofrecen como voluntarios para anunciar el evangelio en regiones remotas, colaborando con la misión apostólica de comunidades dominicanas.

Es el envío, la misión, que viene ciertamente de Dios. Esta voluntad está expresada a través de la voluntad de los hermanos o hermanas, pero la misión viene de Dios.

El mundo particularmente esta esperando una comunicación del Verbo de Dios, de la Palabra de Dios. Cada dominico, cada dominica está llamado por profesión a esa misión.

CONCLUSIÓN

Dos rasgos caracterizan la misión dominicana desde sus orígenes:
1. Fue y debe seguir siendo una misión de fronteras.
2. Exigió y exige de la comunidad dominicana la actitud y la práctica de la itinerancia, la movilidad, el continuo desplazamiento hacia nuevas fronteras. Descubrir y tomar conciencia de éstas, es el primer paso para identificar los retos planteados a la misión de la Orden. Estas fronteras nos señalan las prioridades de nuestra misión.

En 1217, poco después de la fundación de la Orden, Santo Domingo dispersó a los frailes, porque "el grano almacenado se pudre". En le Evangelio de San Juan, Jesús dice: “Yo les aseguro que si le grano de trigo cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante” (Lc 12,24).

Los envió por los caminos sin dinero, como los apóstoles. Cuando el Señor confía una misión siempre repite invariablemente estas tres frases:

“Ve yo te mando …” Es el envío, la misión, que viene ciertamente de Dios. Esta voluntad está expresada a través de la voluntad de los hermanos o hermanas, pero la misión viene de Dios: “Ve yo te mando…”. Eso nos da mucho coraje y al mismo tiempo mucha serenidad. Somos mendicantes y también pedimos a otros sus ideas, como el corredor de postas que recibe el testimonio de manos de uno y corre enseguida para entregarlo a otro. tímidamente parafraseamos palabras de quienes nos precedieron en el camino de la fe para anunciarla a otros.


La segunda frase es “No tengas miedo...”. Esto es muy importante en un predicador. Que sea verdaderamente pobre; porque nos sentimos inseguros de nosotros mismos, pero confiamos en Dios y en los hermanos. Desde esta pobreza el predicador adquiere una fuerza especial que lo hace justamente un profeta de esperanza. El predicador es alguien que, porque es pobre y se apoya exclusivamente en Dios, no tiene miedo y no permite que los demás tengan miedo ¡porque somos testigos de la Resurrección!


La tercera frase es “Yo voy contigo…”. Siempre el Señor nos acompaña, “Yo voy contigo, voy haciendo el camino contigo”. Él nos anima y alienta a comprometernos profundamente en la misión que nos ha confiado como predicadores del evangelio en este momento providencial de la Iglesia y de la historia.
Después de la resurrección, cuando Tomás ha querido ver para creer, usando sus manos y dedos para medir o comprobar lo que sus hermanos le habían anunciado, Jesús mismo lo invito: mira mis manos… después de la resurrección, la manos heridas de Jesús siguen siendo el signo de un futuro cargado de esperanza y de vida.

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